La clasificación AC de las tarimas determina lo que tarda en desgastar su capa superficial. Esta norma de resistencia a abrasión fue introducida por primera vez gracias a la Asociación de Productores Europeos de Suelos Laminados (ELPF). Con esta normativa se pretendía acabar con publicidades engañosas.
Cuanto más alta es la clasificación AC, más resistencia al desgaste tiene. Mientras que el laminado con una clasificación AC1 sólo es adecuado para zonas de poco tránsito, los suelos laminados con una clasificación AC5 o más alta son lo suficientemente resistentes para su uso en lugares de transito muy elevado, como establecimientos comerciales.
¿Cómo se determina la clasificación AC?
Para obtener una clasificación AC, los suelos laminados deben someterse a una rigurosa medición, conocida como la prueba Taber. El proceso evalúa el suelo para medir su resistencia. La clasificación AC depende de cómo resista a una serie de puntos de estrés diferentes. Se trata de una máquina de abrasión giratoria, que nos dice cuántos gramos de revestimiento se han perdido después de unas determinadas vueltas.
Pero la estandarización en la clasificación del desgaste que pretendían desde la Asociación de Productores Europeos de Suelos Laminados sigue dejando confusiones. Los distintos países tienen normas diferentes y las distintas empresas realizan pruebas con el fin de maximizar los resultados de sus productos. La presión de la máquina, el tipo de abrasivo, así como la humedad relativa y temperatura al momento de realizar la prueba, hasta la interpretación de los resultados, pueden dar diferentes resultados. En definitiva los métodos de ensayo pueden no ser idénticos.
Conclusión.
En definitiva, a la hora de elegir un suelo laminado, no debemos guiarnos únicamente por una clasificación AC, si no ver su puntuación en el resto de normativas. De esta manera obtendremos una visión general, de resistencia a humedad, resistencia a golpes, durabilidad de unión en click, estabilidad dimensional etc…